No hay nada mejor que darte cuenta de que las cosas que antes me dolían, me molestaban, o me hacían enfadar se esfumaron.
Ver que todo es mejor, y que es gracias a que deje de ser la niña pequeña que lloriquea cuando las cosas no van bien. Cambiar. Eso era lo que había que hacer. Y lo hice.
¿Y sabes qué? funciona.
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